Los niños/niñas a quienes les leen registran una mayor actividad cerebral, pueden pensar con mayor claridad y aceleran la adquisición de vocabulario. El gran desafío es promover la lectura infantil sobre todo en ámbitos de pobreza, donde el acceso a los libros resulta escaso.

De los beneficios del hábito de lectura se habla muy frecuentemente en todas partes. Lo que quizás no está del todo claro es a qué edad se pueden empezar a compartir las lecturas con los niños.

La lectura compartida puede comenzar incluso antes, desde los primeros días, pero en uno de los trabajos de los psicólogos especialistas en aprendizaje Jerome Bruner y Anat Ninio, publicado en 1978 y considerado un clásico, ya indicaba que a partir de los 8 meses de vida los bebés ya interactúan con los adultos para comentar elementos del mundo, pues han desarrollado su capacidad de atención compartida. 

Cuentacuentos para animar la lectura desde muy peques

¿Cuáles son los beneficios para niños/as?

El primero y más evidente es favorecer que los niños sean buenos lectores en el futuro. Las personas que comienzan a leer desde pequeñas y que leen mucho desarrollan una habilidad lectora y otras habilidades cognitivas que las llevarán a leer cada vez más, mientras que quienes empiezan tarde y leen poco, experimentarán dificultades que las harán leer cada vez menos.

Al propiciar que los niños/as sean buenos/as lectores/as en su juventud y edad adulta, también aumentan, por supuesto, las probabilidades de que disfruten de las consecuencias positivas de la lectura. Estas alcanzan tanto su salud mental -dada la "gimnasia cerebral" que esta actividad representa- como su bienestar emocional, pues la capacidad de empatizar y las relaciones sociales también son mejores, en general, entre las personas que leen. 

Pero todo no es color rosa, también existen amenazas que pueden impactar en el proceso de animación a la lectura. ¿Cuales es la amenaza más importante?

El circulo vicioso de la lectura es una de ellas y es una manera de resumir las conclusiones de las investigadoras Anne Cunningham, de la Universidad de Berkeley (Estados Unidos), y Keith Stanovich, de la Universidad de Toronto (Canadá), en un artículo publicado en la revista Journal in Direct Instruction. Para poder ilustrar mejor el fenómeno, las autores recurren al llamado 'efecto Mateo', según el cual -en su expresión coloquial- "el rico se hace más rico y el pobre se hace más pobre", este es un círculo viciosos que también se manifiesta en relación con la lectura.

Una diferente actividad cerebral

La buena noticia es que la lectura ayuda a expandir la capacidad de atención de los niños y mejora su capacidad de pensar con claridad, ya que las historias, al respetar una estructura de principio, desarrollo y desenlace, "ayudan a nuestros cerebros a pensar en secuencias, a vincular causas, efectos y significados", según explicó la neurocientífica Susan Greenfield al periódico británico Daily Mail. La especialista indicó que se debe aprovechar la mayor plasticidad del cerebro durante la infancia, y que cuanto más lean los niños, mejores serán los efectos.

Por otra parte, científicos del Centro Médico del Hospital de Niños de Cincinnati, Estados Unidos, hallaron evidencia -a través de resonancia magnética- de que los niños/as de entre tres y cinco años a quienes sus padres les leen desde pequeños, mantienen, cuando escuchan un cuento, una actividad cerebral diferente a aquellos a quienes no les leen.

"Estamos muy contentos de poder mostrar, por primera vez, que la exposición a la lectura durante el periodo previo a la escolarización, fundamental de desarrollo, parece tener un significativo y mensurable impacto en cómo los niños procesan los cuentos", señaló John Hutton, director del estudio.

Y destacó la importancia de las áreas del cerebro que proyectan las imágenes mentales, dado que "ayudan al niño a 'ver la historia' a través de imágenes, afirmando el invaluable papel de la imaginación". Y cuanto mayor era el nivel de lectura de parte de los adultos hacia los niños, más actividad mostraban estos en los lóbulos parietales del cerebro, los encargados de dar significado al lenguaje. Es decir, de entender lo que escuchan.

Un dato más: a los niños/as pequeños/as les encanta que les cuenten una y otra vez los mismos cuentos, y esto es algo que les ayuda a acelerar la adquisición de vocabulario. Así lo comprobó un trabajo realizado por científicos británicos y publicado en 2011: una palabra nueva fue recordada mejor por niños que la habían oído en un cuento repetido muchas veces, que por niños que la habían oído el mismo número de veces pero en cuentos diferentes.

 

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