A priori, contar un cuento no parece demasiado complicado. Lo difícil es conseguir captar la atención del pequeño lector. Elegir la ocasión y lugar apropiados será fundamental para que nuestra hora del cuento sea un éxito.

En ningún caso debemos obligar al niño o niña a escuchar el cuento. Y tampoco sería una buena idea hacerlo cuando está cansado/a y/o hambriento/a. Aquí tener prisas es lo menos deseables.

A continuación, te dejo mi propuesta para una sesión de cuentacuentos en educación infantil:

  • Debemos escoger un lugar cómodo tanto para nosotros como para quien escucha, y bien iluminado.
  • A hora de elegir el libro, tenemos que tener en cuenta la opinión del niño. Así se implicará desde un principio y descubriremos cuáles son sus gustos e inquietudes.
  • Podemos iniciar la historia con una frase introductoria del tipo «Érase una vez...», «En un reino muy lejano...», «Hace muchos, muchos años...». El final feliz es imprescindible.
  • Narraremos de forma animada con buena entonación y alegría, cambiando la voz según los diferentes personajes, gesticulando si es preciso y usando onomatopeyas. Todo ello servirá para atraer la atención del niño, además de para explicar mejor la historia y fomentar la imaginación.
  • Tenemos que estar pendientes de sus reacciones según avanza la historia. Hacer pausas para explicar algo o para cerciorarnos de que está entendiendo el mensaje no supone ningún problema.
  • Si el niño sabe leer, unos días puede oír el cuento y otros leerlo él mismo.
  • Probablemente nos pida repetir escenas o el cuento entero, por lo que debemos responder con el mismo entusiasmo que la primera vez, utilizando las mismas palabras.
  • Una vez finalizado, podemos preguntar al niño sobre la historia, dónde sucede, cómo son los personajes, en qué se parecen o diferencian, si le ha gustado o no, etc.
  • Más tarde o al día siguiente, podemos pedirle que dibuje algo relacionado con el cuento para que pueda expresar sus intereses o expectativas.
  • Podemos aprovechar esta actividad para enseñarle a cuidar el material (coger los libros con las manos limpias, tratarlos con cuidado para que no sufran desperfectos, no escribir ni dibujar en ellos…) y a ser ordenado.

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Está demostrado que los niños y niñas que escuchan cuentos son más creativos e imaginativos, porque las historias entregan un valor estético y emocional.